Roy Grace está ganándose un rinconcito en mi estantería de libros. Se lo está ganando a pulso en cada novela que le leo. Algunas más brillantes que otras pero buenísimas todas. A partir de “Traficantes de muerte”, el superintendente inglés, lo voy a considerar mi amigo. Con su permiso, claro.
Creo recordar que hasta cuatro historias paralelas discurren al comenzar el libro y poco a poco se van encontrando hasta quedarse en una. El descubrimiento de dos cuerpos carentes de sus órganos vitales en una zona de dragado en el Canal de la Mancha, despierta el temor de lo que podrían ser unos asesinatos motivados por el tráfico de órganos. Estas dos canoas –como llaman los forenses a los cuerpos vaciados- indican ser adolescentes rumanos desatando así toda una trama internacional. Desde Brighton a Rumanía y Alemania.